Danza

Las piedras de la plaza recogen el eco de los zapatos, el sonido de los txistus llena el aire y los movimientos de las y los bailarines tejen historias antiguas y nuevas. Así es la danza vasca: un arte contado con el cuerpo, que fusiona la memoria y la creatividad de un país. Transmitida de generación en generación a lo largo de los siglos, hoy sigue viva, desde las plazas hasta los teatros, de las fiestas populares a los festivales, combinando tradición e innovación de forma constante.

Una disciplina artística integral

La danza vasca es una disciplina artística completa, que a través del movimiento expresa emociones, símbolos y la memoria colectiva de la comunidad. Arraigada en todos los territorios de Euskal Herria, se ha transmitido de generación en generación y en la actualidad sigue renovándose, con la mirada puesta en nuevos públicos y en su proyección internacional.

En sus orígenes, la danza vasca estaba estrechamente vinculada a la vida comunitaria: se interpretaba en ritos sociales y religiosos, fiestas y celebraciones, como expresión de cohesión social e identidad. Hoy mantiene esa función, pero también ha encontrado su espacio en escenarios profesionales y festivales especializados, desarrollándose plenamente como arte escénico.

Diversidad y riqueza coreográfica

La danza vasca reúne múltiples formas y estilos. Las costumbres locales y los instrumentos musicales propios se reflejan en la estructura del movimiento y en los elementos coreográficos. Entre sus manifestaciones más destacadas se encuentran:

• Las mascaradas de Zuberoa, un espectáculo vibrante que combina teatro y danza.
• El carnaval de Lantz, con personajes e imágenes singulares.
• Las danzas de espadas, como las de Legazpi y Markina-Xemein.
• Las danzas de troqueo de Durangaldea.
• El aurresku, la principal danza de honor vasca.

La danza vasca no es solo un conjunto de piezas aisladas: constituye un repertorio coherente y vivo, en el que música, vestuario y rituales se integran con el movimiento.

Innovación y renacimiento en el siglo XX

En la primera mitad del siglo XX, la danza vasca dio el salto al formato escénico. Maestros como Segundo Olaeta adaptaron las danzas tradicionales y las convirtieron en espectáculos. En 1937, el grupo Eresoinka, creado en el exilio, llevó la danza y la música vascas a más de una decena de países europeos, obteniendo reconocimiento internacional.
Posteriormente, el grupo de danzas Argia, bajo la dirección de Juan Antonio Urbeltz, se convirtió en un referente: investigó, recuperó y reinterpretó las danzas locales, creando una síntesis única de la danza vasca en espectáculos como Zortziko.

Contemporaneidad y nuevas creaciones

En el siglo XXI, la danza vasca se ha consolidado como disciplina artística gracias a la aportación de diversas compañías y creadores:

• Aukeran Dantza Konpainia (Edu Murumendiaraz): combina tradición y lenguaje coreográfico contemporáneo.
• Kukai (Jon Maya): creación contemporánea inspirada en la danza popular, con trabajo interdisciplinar.
• Ertza (Asier Zabaleta): une temáticas sociales y narrativa física.
• Idoia Zabaleta: referente en experimentación coreográfica y diálogo entre disciplinas.
• Jose y Concha Lainez: introdujeron la danza contemporánea en el País Vasco en la década de 1970, con los grupos Anexa y Yauskari. 
• Mizel Theret: fundador en el País Vasco francés de la compañía Ekarle, integrando tradición y contemporaneidad.

Estas compañías y coreógrafos han traspasado fronteras, situando la danza vasca en escenarios internacionales y atrayendo a nuevos públicos.

La danza vasca hoy 

Hoy, la danza vasca es un arte vivo e innovador: arraigado en sólidas raíces, pero con un lenguaje artístico en constante transformación. Sigue presente en plazas y calles, en fiestas y celebraciones, pero también en teatros y festivales escénicos, como muestra de su profesionalización.

Por su carácter único y diverso, la danza vasca es una de las principales expresiones de la cultura vasca: une generaciones y mantiene un diálogo abierto con el mundo.