Javier Liñera: "Crear la obra Barro Rojo fue una necesidad artística y personal"

Euskara. Kultura. Mundura.

22-08-2017

Tras años formando parte de una compañía, Javier Liñera inició en 2014 una carrera en solitario en el ámbito de las artes escénicas. Su obra Barro Rojo, que además protagoniza, ha recorrido mundo desde 2015 para hacerse con destacados galardones como el Premio al Mejor Espectáculo del Festival Indifest 2016, el Premio Urrezko Hiruki 2016 de EHGAM o ser candidata en los XX Premios Max (Autor Revelación), y este mes se presenta en el Festival Cena Contemporânea Brasilia 2017 de Brasil. Hemos hablado con su autor, para que nos cuente de primera mano lo vivido con la obra… y lo que le queda por vivir.

Tras años formando parte de una compañía, Javier Liñera inició en 2014 una carrera en solitario en el ámbito de las artes escénicas. Su obra Barro Rojo, que además protagoniza, ha recorrido mundo desde 2015 para hacerse con destacados galardones como el Premio al Mejor Espectáculo del Festival Indifest 2016, el Premio Urrezko Hiruki 2016 de EHGAM o ser candidata en los XX Premios Max (Autor Revelación), y este mes se presenta en el Festival Cena Contemporânea Brasilia 2017 de Brasil. Hemos hablado con su autor, para que nos cuente de primera mano lo vivido con la obra… y lo que le queda por vivir.

 

En 2014 decidiste emprender por tu cuenta, y esta es tu segunda obra, pero también la más personal. ¿Cómo nació Barro Rojo?

Después de pasar varios años en una compañía, tenía la necesidad de crear algo personal, de reencontrarme en el trabajo y en la creación. No lo hice porque quería hacer una carrera en solitario a la larga, ya que creo que el trabajo teatral es un arte colectivo; es más, mi intención en un futuro es estar, crear o formar parte de un grupo. Fue una necesidad artística y personal.

Tenía una idea: hablar sobre el colectivo LEGTBIQ en los campos de concentración y cárceles de Franco. Estaba estudiando en Francia con Pantheatre y Linda Wise, de dicha compañía, me dijo que quería dirigirme; pasado un tiempo, y a pesar de mi vergüenza, se lo comenté y ella y Daniela Molina se embarcaron en el proyecto. Y empecé a investigar.

En la investigación logré recabar mucha información y se me crearon muchos frentes: gays, lesbianas, trans… La verdad es que tuve un momento de crisis porque tenía mucho material y muy diverso, lo que podía hacer que la obra durara tres horas y eso no me interesaba. Pero ideológicamente tampoco quería olvidar nada. Entonces me entrevisté con Antoni Ruíz y me dijo: ”Tú cuenta una historia. No puedes abarcar todo, de eso nos encargamos los políticos o ideólogos”. Y eso me ayudó.

La obra también nace como una respuesta a una necesidad, la de saber de dónde venimos y valorar el trabajo y la lucha de unas personas. Llegó la crisis y empezaron a caer diferentes derechos: el de los trabajadores, el de las mujeres (la nueva ley del aborto que no salió)… y pensé que para lograr estos derechos hubo gente que luchó y hasta murió, y que no los podemos olvidar. Y empecé a pensar en lo bien que yo me encontraba y por eso empecé a trabajar en ello.

 

Describes la obra como “una pequeña trampa en la que pretendes llevar a la gente de un espacio a otro, no sólo físico, sino emocional”. ¿Qué pueden ver los espectadores?

Yo creo que a pesar de lo duro que es el tema -porque es un drama ya conocido- he intentado dar respiro y no poner en escena imágenes que ya conocemos. Me interesaba más la memoria, la historia, reflexión y el después; la salida, es decir, que existe una pulsión vital. Y esto no lo hago porque sí, sino porque en los diferentes libros que he leído, los gays, a pesar de lo que vivían buscaban espacios para cantar, para disfrazarse, aunque lo tenían prohibido.

Creo que el espectador va a subirse en un viaje, un viaje por diversas emociones, de las más tristes y pequeñas a carcajadas. Un viaje por la historia. Eso es lo que creo que van a ver: memoria histórica,  pero con sensibilidad.

 

El espectáculo ha triunfado  y se ha alzado ganador de varios galardones. ¿Esperabas esta acogida? ¿Qué valoración haces?

No. Para nada. No esperaba nada. Esperaba poder hacer 6-10 bolos. Por no poner, no puse ni nombre a la compañía; en realidad no era ni una compañía. Yo, de alguna manera, era “nuevo” y era la primera obra que escribía profesionalmente hablando. Así que la valoración es más que positiva. Tanto que estaba pensando en llamar a la compañía BARRO.

 

Ahora  presentas la obra en Brasil, en nada menos que el Festival Internacional de teatro Cena Contemporánea de Brasilia. ¿Qué supone para ti esto?

Mucho. Supone reconocimiento por el trabajo. La temática no es fácil. Siempre he buscado el equilibrio entre lo artístico y el contenido y que te inviten a este festival, creo que es un signo de que algo he hecho bien. Y eso me alegra. Me alegra que la historia se dé a conocer. Que este festival invite a esta pieza es… no sé… no puedo describirlo… mucho.

 

Cara a futuro, ¿tienes más proyectos en mente?

Sí. Por un lado estoy como actor en el nuevo montaje de Kabia Teatro: “Alicia después de Alicia”, que se estrenará el 28 de octubre en Basauri, en el Social Antzokia. He estado en el programa de Nuevas Dramaturgias de Donostia 2016 y he escrito un texto: “Tendríamos que haber empezado de otra manera”. Dicho texto lo llevaré a escena junto con ékoma teatro y Aitor Pérez y será dirigido por Pablo Molinero, de la compañía Los Corderos. Para mí, una compañía muy interesante y con peso en el mundo del teatro. En estos momentos la estamos  ensayando en Celrá (Girona) y la estrenaremos en 2018.

También estoy en otro posible proyecto en Barcelona en 2018. Pero de ese… poco puedo decir…También hay algún otro proyecto que me han pedido dirigir y algún texto en mi cabeza pero…todo se verá. 

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